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EL ÁRBOL EN LA CIUDAD. BENEFICIO Y RIESGO. El Gigante Egoísta.

03.10.2015 11:59
 

EL ÁRBOL EN LA CIUDAD. BENEFICIO Y RIESGO.

Una forma tradicional de naturalizar las ciudades ha sido la implantación de árboles en sus calles y plazas.

Albizia julibrisin “Ombrela” en Sevilla

El aumento del tráfico rodado llevó en una época a sacrificar patrimonio arbóreo de la ciudad, eliminando bulevares y achicando acerados. Con esta actitud se colaboró a un grave desequilibrio ya existente en el bioclima de las zonas urbanas, a un incremento de la contaminación y a una disminución de las áreas de fotosíntesis natural, las de oxigenación ambiental y los niveles de humedad atmosférica.

Desde el inicio de los tiempos hasta nuestros días el árbol ha estado al servicio del hombre. En la época higienista se utilizó el árbol para airear las ciudades ofreciendo al ciudadano un medio ambiente sano y agradable.

La búsqueda actual de mejora de las condiciones ambientales nos está llevando a la recuperación de las situaciones anteriores.

La ciudad moderna se caracteriza por liberar buena parte de los residuos de sus actividades a la atmósfera, no precisamente los de menor peligrosidad, los gases de los escapes de los automóviles, los humos procedentes de actividades industriales, el polvo del desgaste de los neumáticos y cintas de frenado, etc... que son responsables de numerosas alergias y enfermedades de las vías respiratorias.

El ruido, la falta de humedad atmosférica y las temperaturas excesivas en el verano son factores que contribuyen en las grandes ciudades a hacerlas inconfortables e insalubres.

Brachychiton acerifolia en Sevilla

Donde abundan los árboles hay prosperidad y felicidad, cuando desaparecen no hay más que desierto y desolación.

Las cualidades del árbol son ilimitadas, sujetan el suelo, lo conservan y lo fecundan; atenúan los fríos del invierno y atemperan los calores del verano; regulan las lluvias y disminuyen la violencia de los vientos, abrigando fauna diversa que no podría sobrevivir sin ellos. Colabora con el hombre a construir sus viviendas, amueblarlas y calentarlas, proporciona alimentos y medicinas, el escultor talla su madera. Sin el árbol no tendríamos orquestas sinfónicas, sin el árbol no existiría el papel que facilita el entendimiento de la Humanidad.

Los atributos de los árboles y los servicios que prestan al hombre son infinitos, sin ellos el desarrollo de la Humanidad sería muy diferente.

Después de ensalzar sus maravillas, a pesar de su fortaleza, está a nuestra merced, con su destrucción no sólo eliminamos un ser vivo, sino que estamos eliminando los años que ha tardado en desarrollarse.

La voluntad de plantar ha reaparecido... el árbol en la ciudad está de moda, los representantes municipales son los más ardientes defensores de un elemento de consenso general, acentuado cuando hay elecciones: El árbol.

Bahuinia variegata.

La integración de las plantaciones en el diseño urbano no debe ser contemplada únicamente como un elemento complementario y adicional del proyecto.

Junto a la racionalización de los espacios, debe acometerse la racionalización de las plantaciones no utilizando especies poco adaptadas o de mantenimientos costosos, cuando un árbol se extiende por encima o por debajo de su franja climática, que genéticamente le corresponde, baja sus defensas, al plantarlos debemos tener en cuenta el factor tiempo y los problemas que pueden plantear en el futuro por una mala elección, la disposición de las alineaciones debe ser analizada en cada caso en función de los efectos que queramos conseguir.

Un gran abanico de posibilidades nos ofrecen las distintas calles y plazas de nuestra ciudad, el uso volumétrico de sus masas como refuerzo y contraste del volumen de las edificaciones, mejorará los aspectos funcionales e infraestructurales, sus contrastes de formas, texturas, volúmenes y colores nos ayudarán a la introducción de naturaleza de variación estacional, dentro de un marco fundamentalmente inerte y duro.

Pero todo esto no se consigue si anárquicamente y con el consentimiento explícito de las autoridades, todo el mundo planta árboles en la ciudad sin conocimientos del gestor o entidad gestora, como ha venido sucediendo hasta ahora.

Las plantaciones en aparcamientos en superficie no solamente cumplen un papel estético, sino que complementan funcionalmente el trazado de los mismos, delimitando los espacios de los vehículos y suavizando el impacto visual negativo en el entorno, uno de los factores más influyentes en el deterioro ambiental de la ciudad.

En plantaciones de carreteras periurbanas o taludes de autovías el tratamiento paisajístico será completamente distinto, su uso será muy variado ya que debemos adaptarnos al ritmo y a la calidad del paisaje circundante existente, podemos seleccionar una gama de especies autóctonas o rústicas naturalizadas de gran adaptabilidad a suelo y clima y con pocas necesidades de agua. Estamos creando paisaje o corrigiendo impactos en zonas periféricas que hasta hace poco han configurado el paisaje urbano, el tratamiento paisajístico será el verdadero protagonista.

Los bordes fluviales constituidos por sus márgenes, dada su singularidad paisajística, potencial ambiental y recreativa, deben ser plantados con árboles de ribera, creando bosques de galería en sus márgenes, huyendo de tratamientos duros y de baja calidad ambiental.

Es triste ver el tratamiento que se ha hecho en algunos polígonos industriales de la ciudad, sin apenas un árbol, cuando precisamente se trata de un elemento que puede contribuir a corregir el impacto de estas zonas generalmente muy agresivas y mitigar en parte las situaciones de contaminación atmosférica, visual y sónica que producen. Cierto que hay polígonos industriales que será imposible contrarrestar con la simple plantación de arbolado estas situaciones; pero es conveniente considerarlos con estudios serios.

Los árboles deben dar carácter a la ciudad con una acertada elección de las especies que configuren su patrimonio arbóreo.

Además, el Patrimonio verde de la ciudad del cual los arboles forman parte debe ser gestionado correctamente, desde la elección del árbol en el momento de laplantación del árbol hasta su vejez.

Jacarandas mimosifolias.

El árbol no puede ser el enemigo de los ciudadanos causándole molestias o daños, el aporte de los reconocidos beneficios que proporcionan debe ser garantizado proporcionándoles los cuidados necesarios durante su problemática vida dentro de un ambiente que le es hostil,como la ciudad.

Es justo que nos preocupemos de ellos, de su salud, de su perennidad, y de su futuro.

Esta noble tarea toma el nombre de gestión del patrimonio arbóreo de la ciudad y adopta para realizarlo procedimientos de planificación en el tiempo y en el espacio, para cuidar su plantación, su mantenimiento y su necesaria renovación.

Una gestión a largo plazo de un proyecto de ciudad arbolada construida a partir de cinco aspectos indisociables como son el paisaje urbano, la economía, la técnica, la reglamentación y la comunicación.

Debemos establecer condiciones específicas para la gestión de árboles en lugares protegidos para evitar que el antojo de opiniones transitorias dictaminen la modificación de nuestros paisajes urbanos, cualquier intervención en estos lugares es delicada, ya que efectivamente sus entornos no pueden ser destruidos ni modificados en su aspecto sin autorización previa de la autoridad competente, consensuada con los técnicos y ciudadanos.

Paseo de Celtis australis.

Las redes de distribución de energía y servicios públicos deben supeditarse a las normas que se establezcan, evitando los desmanes actuales en defensa de infraestructuras aéreas o subterráneas, que de ningún modo deben dañar o perjudicar el desarrollo de las plantaciones.

El derribo de un árbol debe de ser decidido como último trámite, exigiendo una replantación compensatoria o indemnización por parte de los concesionarios cuando se trate de iniciativas privadas. Teniendo en cuenta que el valor de un árbol ornamental sobrepasa el simple costo de su reposición para integrar su función ecológica paisajista, sociológica e histórica en la ciudad.

Árbol caído por un temporal.

¿Es el árbol un peligro? Muchas personas responderían afirmativamente. Yo puedo deciros que no. Los árboles no son un peligro, lo son en la medida que los responsables de su conservación  y mantenimiento no los gestionan correctamente

El árbol no puede ser una amenaza potencial para los ciudadanos. No hay que tener miedo a los árboles grandes.

Los árboles deben ser gestionados por profesionales, sus propietarios deben velar para que los árboles no presenten peligros o constituyan amenaza constante para la seguridad de los ciudadanos y los bienes que lo rodean, para ello hace falta gestión y presupuesto.

¿Cómo podemos evitar muchos de estos casos, en los que peligran la vida de las personas o daños materiales importantes?

Los árboles deben ser inspeccionados por profesionales competentes, con las metodologías de arboricultura moderna, evaluando su peligrosidad cuidadosa y sistemáticamente, con una evaluación visual donde podremos detectar maderas muertas, grietas, uniones débiles de ramas, pudriciones, chancros, problemas del sistema radicular o la débil arquitectura del árbol.

Si existen situaciones de peligro, retiremos el árbol o adecuémosle con podas hasta que la peligrosidad sea eliminada. La eliminación será la última acción a llevar a cabo, cuando no exista solución técnica aconsejable. La toma de decisiones es complicada y requiere un cierto saber y conocimientos. La mejor solución será una gestión demográfica del arbolado urbano.

Catalpa bignionoides.

Los profesionales sabemos por experiencia que los árboles que presentan peligros son impredecibles prácticamente, especialmente si están influenciados por factores externos como el tiempo atmosférico, las presiones ciudadanas, las condiciones del suelo, etc...

El profesional debe poseer una gran responsabilidad moral, legal y práctica para cumplir con la misión de evaluación que le han asignado, debe ser objetivo, no dejarse influenciar por nada, ser preciso y no caer en los intereses del cliente, debe estar implicado en una educación y formación continua y poseer una gran competencia profesional.

La determinación de árboles peligrosos, a reforzar su seguridad o a la eliminación de riesgos, teniendo en cuenta que el riesgo cero no existe jamás, puede ser grandemente reducida si actuamos en consecuencia. La experiencia técnica de los gestores del arbolado urbano se apoyará en un plan informatizado del mismo, que nos ayudará a conseguir una gestión más dinámica, más racional, fijando objetivos y medios necesarios conseguiremos conocer las demandas y dar rápida respuesta a las mismas a un público cada vez más exigente, todo ello con una política de gestión DEMOCRÁTICA, CULTA y AUSTERA consecuente con las necesidades de la ciudad.

Morus kagayamae. Sevilla.

En una gestión racionalizada, los “nacimientos” debe compensar a los “fallecimientos” para que las plantaciones urbanas sean durables, tala y nuevas plantaciones deben ser realizadas de manera sistemática y regular, en una gestión demográfica del patrimonio, equilibrando sus edades.

La gestión debe ser viva como los árboles, como en los paisajes, si queremos enriquecer la ciudad mejorando su patrimonio arbóreo ahora, y legarlo en buenas condiciones para las futuras generaciones.

Tipuana tipu en Paseo de Marqués de Contadero. Sevilla.