Plantas, jardines, parques, paisajes y medio ambiente


APUNTES SOBRE EL JARDÍN MEDITERRANEO. El Gigante Egoísta.

04.10.2015 22:02
 

APUNTES SOBRE EL JARDÍN MEDITERRANEO.

El clima mediterráneo toma nombre del mar que le confiere sus rasgos más importantes, veranos calurosos y secos e inviernos templados con lluvias variables. En general las primaveras son cortas, los otoños largos, los inviernos suaves, y escasamente lluvioso. Existe una gran diversidad climática con microclimas variados, las lluvias fluctúan desde los 900 mm. al año a los 250 mm.

Lo mismo ocurre con las temperaturas, que cíclicas, nos ofrecen inviernos "templados y húmedos" o "fríos y secos"; lo que unifica el aspecto climático son los "veranos largos, calurosos y secos", durante seis, siete u ocho meses.

Además del litoral mediterráneo, las regiones de Nueva Zelanda, la zona costera del centro y sur de California, Chile central y el sudeste de Australia, disfrutan de climas y regímenes lluviosos parecidos.

Son ecosistemas que se encuentran entre los 30-45º,  en el hemisferio norte y 30-40º en el hemisferio sur. Las temperaturas medias varían de 22º y 27º en las que destacan los 40º que Sevilla soporta durante los meses de verano, al igual que Atenas, Líbano, Malta y sur de Turquía.

En invierno las medias en Enero-Febrero, los meses más fríos, oscilan entre los 5º y 10º, pero algunos años bajan por debajo de  0º algunos días. Las zonas del litoral disfrutan de las temperaturas más templadas, particularmente las islas, los veranos no son tan calurosos como en el interior y los inviernos menos fríos. La radiación solar es intensa, en muchos casos superiores a las que necesitan algunas plantas.

La topografía incluye asimismo, las planicies costeras protegidas por cadenas montañosas suavizan las condiciones climáticas. En altitudes de 1.000 m., o superiores, sobre el nivel del mar pueden darse heladas y nevadas.

La media anual de lluvia varía desde Almería con 226 mm. a los 974 mm. de Messina en Italia.

Las lluvias, escasas o inexistentes en verano, aparecen a principios de otoño y continúan de forma desigual en invierno y primavera. Conocidas de todos son las tormentas torrenciales, que pueden ofrecer 60-70 u 80 mm. por m² en pocas horas. Las heladas, la nieve y el granizo son raros.  La humedad del aire aumenta con la proximidad del mar, de la que se benefician las plantas. Los riegos no son necesarios. Las plantas no tienen necesidad al no producirse transpiración.Un factor determinante a la inversa son los fuertes vientos que en algunas zonas son dominantes y en ocasiones huracanados que aparecen cíclicamente en regiones donde no son normales.

El clima mediterráneo tiene sus ventajas y sus inconvenientes. Sus principales ventajas son las lluvias otoñales e invernales, que preparan a las plantas para poder resistir los secos veranos. Aprovechemos estas épocas para realizar las plantaciones, elijamos plantas autóctonas o naturalizadas que toleren la sequía.Los inviernos suaves y casi siempre soleados nos ofrecen la posibilidad de disponer de floraciones con plantas de floración invernal.

Los períodos desfavorables de las sequías estivales y las latencias resultantes que producen se pueden corregir con la elección de plantas de hojas persistentes que nos ofrezcan interés y el uso de plantas autóctonas que los resisten. Si sabemos aplicar las ventajas y prever los inconvenientes, el coste de mantenimiento de nuestro jardín no será oneroso. Aun considerando que el verano será difícil para las plantas, veremos con sorpresa su recuperación a la llegada de las primeras precipitaciones.

En zonas del litoral tendremos en cuenta los vientos secos y cálidos que proceden de las zonas áridas y afectan al contenido de humedad en el aire, los delicados tejidos de las plantas se resecan, a las plantas noadaptadas se les queman las hojas; a la vez que los vientos provenientes del mar arrastran gotas de agua salada que queman las plantas no resistentes. En casos conocidos debemos establecer cortavientos con plantas resistentes para que puedan desarrollarse detrás otras más sensibles

El concepto de jardín mediterráneo cambió cuando se puso de moda el jardín inglés con praderas y plantas exóticas cambiando el estilo de jardinería y consiguiendo bellos efectos a base de grandes trabajos y dispendios de agua. Su conservación daba resultados espléndidos, el agua se convirtió en elemento esencial para crear un jardín.

Sin embargo, nos hemos dado cuenta de que los recursos no son ilimitados, ni el agua, ni la mano de obra barata. El estilo de vida cambiante, el resultado del crecimiento demográfico de los pueblos y las ciudades agotan estos recursos. Sólo ha faltado que pasáramos un suelo seco para que se prohibiera regar los jardines, las aguas subterráneas han tenido que ser controladas.

El corte indiscriminado de bosques para la construcción de templos y palacios, para la construcción de barcos, para la producción de celulosa de papel, etc., destruyó la capa protectora de los bosques y sotobosques y apareció un nuevo problema, la erosión.

La erosión es una amenaza constante, la vegetación natural arrasada y reemplazada en muchas ocasiones por especies inapropiadas, ha propiciado los incendios. El suelo desprotegido y expuesto al viento, al sol y la lluvia, es lavado y arrastrado. El fuego es un factor depredador importante. La destrucción no es necesaria.

Hubo un tiempo en que la región mediterránea estuvo cubierta de árboles. El bosque inalterado de las encinas y las coscojas, tiene un rico sotobosque de madroños, jaras, brezos, labiérnagos, durillos, mientras la madreselva, la zarzaparrilla y las vides trepan por los árboles. Los Pinos piñoneros nos ofrecen sotobosques de sabinas, lentiscos y retamas, y los Pinos halepensis con sus jaras, arrayanes y romeros, matorrales densos de lentiscos, retamas, acebuches, jaras, romeros y lavándulas.

Los riscos son el último refugio de muchas plantas que anteriormente crecían en los campos, el mediterráneo es rico en plantas endémicas que crecen en áreas muy localizadas.

Además de las autóctonas, que son miles, se han introducido muchas plantas exóticas, algunas de ellas se han comportado tan bien que se han naturalizado, y al revés, muchas plantas mediterráneas se ven en jardines ingleses, por ejemplo.

Mientras que en climas fríos, en invierno se paraliza la vida del jardín, en el mediterráneo, en otoño, al aparecer las primeras lluvias aparece una "segunda primavera" una vez respetada la latencia veraniega.

Sin embargo, es en la primavera cuando la flora autóctona del mediterráneo nos ofrece sus mejores galas. Las plantas asimilan y construyen su masa vegetativa en invierno y a la llegada de la luz y el aumento de temperatura, provocan una explosión de crecimiento y floraciones.

Cuando termina la humedad de la capa superior del suelo y las temperaturas se elevan a 25º o 35º, llega otra vez el largo, cálido y seco verano. Esta latencia de verano es vital para la formación de las próximas floraciones.       Las plantas anuales inician su ciclo de vida en otoño, para estallar en una floración masiva en primavera.

Las plantas autóctonas absorben el agua por las raíces y es devuelta al aire en forma de vapor a través de la transpiración de las hojas. El agua constituye el 90% del peso total de las plantas. Los nutrientes son absorbidos por las raíces y distribuidos por toda la planta. Cuando la transpiración exceda de la cantidad absorbida por las raíces, las plantas conservadoras de agua dejan de transpirar. Las plantas viven de sus reservas.

La fuerte radiación solar provoca un aumento de la evaporación del suelo y en la transpiración de las plantas, la evado-transpiración. Lasllamadas "estrategias de mantenimiento" de las plantas autóctonas, son ingeniosas y fascinantes.

La tolerancia a la sequía varía con el lugar y la especie, en función del suelo y el microclima. Las hojas siempre verdes a menudo coriáceas y espinosas al tacto, son características del clima mediterráneo.

Cuando los campos se secan, muchas plantas anuales completan su ciclo vital, dispersando sus semillas para "eludir" la sequía. Vuelven a nacer cuando las condiciones les son favorables. Algunas con semillas latentes, tardan años.

Otras plantas almacenan el agua, como las carnosas o grasas.

En los climas mediterráneos nos encontramos con muchos tipos de suelos:

            Suelos arenosos y bien aireados, fáciles de trabajar.

            Arcillas compactas que se resquebrajan cuando se secan.

            Suelos con alto contenido en humus y materia orgánica.

La mayor parte de la actividad microbiana tiene lugar en el estrato superior de unos pocos cm. de espesor.

En el segundo estrato a 10-30 cm. de espesor se depositan los materiales orgánicos y minerales.

Debajo de esta capa nos encontramos con el tercer estrato, donde la vida del suelo disminuye de forma constante.

El humus es el que cuida la vida microscópica al igual que en la naturaleza, almacena nutrientes y agua, se devuelve al suelo lo que antes se ha quitado.

Las condiciones ideales de vida de las plantas se desarrollan en suelos aireados y algo húmedos con temperaturas suaves.

Debido a la alta radiación solar, los materiales orgánicos se descomponen rápidamente. La lixiviación del suelo es importante, el nitrógeno se pierde. El alto grado de evaporación favorece la acumulación de sal en el subsuelo, inhibiendo muchas plantas ornamentales sensibles. En suelos arenosos, especialmente en áreas costeras, podemos hacer lavados con agua dulce.

            En general nos encontramos con suelos alcalinos, que afectan la absorción de nutrientes, produciéndose clorosis.

            Los suelos pobres pueden ser mejorados con la aportación de abonos orgánicos o acolchados orgánicos, para mejorar en fertilidad y retención de agua.

            Compostar los residuos orgánicos puede ser una solución, los microbios descomponen y transforman la materia muerta, en ambientes caldeados, aireados y húmedos, como resultado de un proceso aeróbico.

            La parte visible del jardín depende de la vida oculta bajo su suelo donde las raíces crecen.

            Al planificar su jardín, analice el clima, observe su topografía y sobre todo el agua disponible y su calidad, considere las lluvias posibles.

            Haga analizar el suelo, los tipos de tierras pueden cambiar, observe qué profundidad dispone, cómo es el subsuelo.

            Al hacer la selección de plantas para su futuro jardín, observe en primer lugar que es lo que crece en la zona, ello si es observador, le indicará los límites climáticos, a reconocer las plantas que crecen. Conocer bien su jardín y sus necesidades le permitirá plantar cada especie en el mejor lugar.

            Las plantas hablan por sí solas si las sabemos escuchar.

            Establezca prioridades sobre el entorno visual, lo que le gustaría destacar y lo que no quisiera ver.

            Estructure el terreno disponible con funcionalidad, usando elementos sencillos en el diseño, realice un sencillo croquis donde localice los elementos importantes, después las plantas o árboles protagonistas, después las masas verdes y arbustos decorativos, al final las "pequeñeces" plantas bulbosas, rosales, plantas de flor, etc., teniendo en cuenta en este aspecto que "la floración es seductora, pero efímera"...                                             

            Estructure el jardín haciendo los mínimos movimientos de tierras considerando prever la erosión, zonas de estancia horizontales, pendientes suaves, situación y orientación de los caminos con trazados elaborados y escalas adecuadas.

Si prevé zonas pavimentadas, escaleras, muros, caminos o terrazas, el llamado paisaje duro del jardín este es el momento de ejecutarlas, antes de las plantaciones.

El riego debe ser previsto en los momentos infraestructurales del jardín, pensando en un uso racional del agua.

Piense en la lluvia primero, ausente durante largos períodos, es un elemento importante. Debemos prever la erosión que puede producir o los encharcamientos, las aguas deben tener su salida natural o artificial cuando superan la capacidad de absorción del terreno. Una solución a tener en cuenta es que también puede ser almacenada en aljibes o depósitos, aprovechando las que caen de los edificios y superficies duras o, caso contrario, establecer drenajes para evitar sorpresas posteriores.

En climas mediterráneos, la lluvia natural reemplaza al riego de forma eficiente, pero los largos períodos cálidos y secos nos obligan a pensar en instalaciones de riego aún en jardines de poco riego o tolerantes a la sequía.

Bocas de riego, aspersores, goteros localizados o goteros enterrados accionados manualmente o automatizados, cualquier sistema de riego tiene sus ventajas y sus inconvenientes. Use equipos eficientes, instale todo el equipo antes de plantar, sabiendo lo que vamos a plantar y las necesidades de riego, para evitar que muchas plantas reciban agua de forma innecesaria.

En equipos automáticos, incorpore al equipo un sensor de humedad, le puede ahorrar muchos riegos innecesarios.

            Aguas captadas o subterráneas, pozos, albercas, redes de riego y su distribución deben formar parte de los trabajos de infraestructura del jardín.

            La plantación del jardín puede empezar mientras estamos realizando las obras de la casa, considere los movimientos de tierra, la reutilización de piedras y escombros para la formación de caminos o relleno de terrazas y zonas pavimentadas, acote las zonas donde no van a actuar los albañiles y empiece a plantar los árboles.

            En la planificación de las plantaciones deberá agrupar las plantas según sus necesidades hídricas en áreas de alta, media y poca necesidad de riego.

            Procurar cubrir todo el suelo del jardín, la vegetación siempre verde retiene la tierra y la humedad, una abundante cubierta vegetal elimina las malas hierbas y crea un mejor ambiente y mucha belleza. La vegetación genera oxígeno, liberándolo al aire.

            Donde al agua escasea, busquemos ayuda en las plantas autóctonas. Resisten el verano y viven de las lluvias naturales en otoño, invierno y primavera. Se cuidan solas, con latencia veraniega, aparece de nuevo a la llegada del otoño con todo su esplendor. El uso de plantas autóctonas y plantas tolerantes es el tema principal, basado en la misma forma que tiene la naturaleza de hacer frente a los climas mediterráneos, las dehesas.

            Hay que evitar regar de forma innecesaria, muchas plantas son dañadas por excesivos riegos.

            Existe una gran diversidad de plantas autóctonas o naturalizadas que pueden ser utilizadas para distintos usos, mientras sepamos adaptarlas a sus necesidades climáticas y hortícolas.

 

            Está claro que si queremos ahorrar agua, tendremos que buscar alternativas a las zonas de césped, tal y como está planteado en la actualidad, ya que los céspedes implantados precisan 3 o 4 veces más agua que las plantas; un 70% del agua que se utiliza en el riego es para los céspedes.

            En estos jardines de poco consumo en agua, el césped es cuestionado. Se convierte en un lujo, esencial como todos en mayor confort y comodidad que lo puede disfrutar quien disponga de los medios para ello. Un césped razonablemente bien cuidado exige mucho trabajo... en la actualidad su mantenimiento puede ser casi totalmente automatizado.

¿Debemos reducir o eliminar las zonas de césped? El césped puede tener el comportamiento de cualquier tapizarte, si escogemos variedades resistentes, si aceptamos que vegetará en primavera verano y estará latente en invierno, si elegimos especies que eliminen las malas hierbas, si la superficie que elijamos se riega automáticamente, los tapizantes elegidos para la mezcla de césped deben tener poder de recuperación si sufren sequía (especies estoloníferas.).

Pueden ser alternativas para el césped en superficies horizontales, lugares de reposo o estanciales, los pavimentos blandos, o sea, aquellos que evitan el cemento, los pavimentos interrumpidos con plantación de vivaces o pequeños arbustos. Las cubiertas de madera elevadas ligeramente del suelo, las gravas, arenas, albero requieren mantenimiento, las malas hierbas se desarrollan, no son una solución satisfactoria aunque es una de las más utilizadas; las plantas cubresuelos y suculentas que no pueden ser pisadas; las plantas invasoras: Hedera, Lonícera, etc.

Algunas prácticas para el ahorro de agua pueden ser:

- Elección adecuada de los lugares de plantación de cada    planta, las que prefieren sol a pleno sol y las que sombra en lugares protegidos.

- Un buen drenaje de todas las zonas de plantación para disponer de suelo aislado.

 

- Plantar en grupos tupidos para retener más la humedad del suelo; evitar el desarrollo de malas hierbas.

- Utilizar los distintos sistemas de acolchado ("mulching".)

- Realizar las plantaciones en otoño-principios de invierno para que las plantas establezcan sus raíces y puedan enfrentarse con la sequía del verano, una vez enraizadas.

El jardín, aunque el agua sea escasa, puede planificarse para que ofrezca floraciones todo el año.

Hay muchas plantas que florecen en invierno mientras las lluvias humedecen el suelo y preparan el jardín para la fugaz primavera, posándose luego el cálido sol veraniego sobre los arbustos siempre verdes de su jardín, animados por floraciones estaciónales de los Agapanthus, las Belladonas, los Júpiter, Coreopsis y Gaillardias, Lantanas, Cannas, etc., a la llegada de la "segunda primavera" renace el jardín con su nuevo ciclo de arbustos floreciendo.

Es un error pensar que las plantas solo crecen en los jardines donde se usa generosamente el agua, los fertilizantes y los pesticidas. No es así en la naturaleza, en climas mediterráneos, nadie riega, fertiliza o fumiga y las plantas en la naturaleza y  que bonitas son.

Debemos buscar el mejor lugar para cada planta que coloquemos en el jardín. Para ello deberemos entender el microclima del jardín, los lugares de sol y sombra, humedad y sequía, las plantas bajo el efecto del calor derrochan agua, protejámoslas.

A la hora de plantar no seamos cicateros y cavemos hoyos grandes, espaciosos con mucha tierra, aireada y nutrida, un buen suelo retiene la humedad y beneficia las plantas donde esta escasea.

En suelos arenosos se drena rápidamente, el agua desaparece, deberemos añadir materia orgánica para retenerla, o utilizar polímeros acrílicos para su retención.

 

Para las plantas que toleran la sequía, el drenaje es fundamental, ya que el exceso de agua y los encharcamientos les son letales. Precisan suelos bien oxigenados para absorber el aire, el agua y los nutrientes. Debemos evitar que las raíces se asfixien por exceso de humedad o por compactación.

El clima mediterráneo tiene dos períodos naturales fundamentales cuando el crecimiento de las raíces es activo: otoño y primavera.

Las plantas autóctonas deberán plantarse a principios de otoño, a la llegada de las primeras lluvias, cuando los suelos están todavía templados.

Las plantas sub-tropicales y tropicales plantadas a principios de primavera, cuando el suelo empieza a calentarse y una vez han pasado la época de los posibles fríos.

EL ACOLCHADO

Acolchar consiste en devolver, intencionadamente, la materia orgánica al suelo.

En la naturaleza, una capa de materia orgánica cubre el suelo de nuestros bosques, donde no se ha alterado esta situación.

Utilizamos el acolchado para mejorar el aspecto del jardín, suprimir las malas hierbas o conservar la humedad del suelo, pero existen otros beneficios tales como crear una temperatura en el suelo que ayuda a la microfauna y la macroflora, de protección de las finas raíces superficiales (microrrizas) de los daños, activa y alimenta los microorganismos que trabajan la tierra y cuando llueve se absorbe esta con más facilidad. Su descomposición produce materia orgánica que favorece el poder nutritivo del suelo.

Podemos elegir el material de acolchado según las disponibilidades de la zona, teniendo en cuenta que los de color claro absorben menos el calor que los oscuros. El aspecto estético será fundamental a la hora de la elección. El coste del producto será también un elemento determinante.

En invierno el acolchado puede ser de textura gruesa, más seco y bien ventilado, durante el verano los acolchados verdes y jugosos favorecen el crecimiento.

En un jardín el compostaje de los detritus procedentes de las podas, pasados a través de una trituradora, pueden ser útiles en el comercio, dependiendo de la industria o agricultura de la zona se pueden utilizar cáscaras de almendra o nueces, semillas de algodón, cascarilla de arroz, orujo de uva o cañas y mazorcas de maíz. Los recortes de césped y las hojas blandas tienden a apelmazarse. Las hierbas verdes o secas y el heno son acolchados excelentes, pero hay que tener cuidado con las semillas de malas hierbas. La paja puede ser utilizada seca; no tiene malas hierbas. Las virutas de cortezas de árbol son duraderas y tienen buen aspecto, también pueden utilizarse en caminos. Debemos tener cuidado con el fuego y el viento.

Donde queramos acidificar el suelo podemos utilizar acículas de pino o corteza de pino clasificada por grosores.

El acolchado viviente o también llamado abono vegetal (alfalfa, trébol, habas, etc.) posee posibilidades cuando madura se corta y se deja sobre el suelo, se descompone y se incorpora después.

Los acolchados inorgánicos no nutren la vida del suelo, ni se convierten en humus.

Los guijarros, las gravas, los basaltos, las tierras volcánicas, etc., protegen las raíces, impiden la salida de malas hierbas, son utilizados en zonas de cactáceas, dan más calor al suelo.

Los acolchados hay que reponerlos por lo menos una vez al año, aplicarlos generosamente 10 a 15 cm. Lo ideal es que el acolchado llegue hasta la línea de goteo. Evite acercarlo al cuello de las plantas, pueden pudrirse. Colóquelo en la tierra humedecida.

Procure que el material escogido sea estético, no pueda ser desplazado por el viento y que sea ignífugo, como indicábamos antes.

 

USO RACIONAL DEL AGUA

"Las plantas necesitan más agua durante los meses calurosos", escuchamos a veces, y esto no es cierto "Las plantas necesitan agua cuando están creciendo activamente".

Los primeros días soleados y calurosos tras un período de lluvias, suponen un esfuerzo para las plantas.

Aplique riegos abundantes y espaciados durante la noche, en vez de ligeros y superficiales. Favorecen la profundización de las raíces y ahorran agua. Regar al mediodía es desperdiciar el agua causa de la elevada evaporación. Las gotas sobre las hojas actúan de lentes de aumento y queman las hojas delicadas.

Después de una plantación, las plantas exigen riegos de 1 a 4 durante el mes según la planta, cuando estén establecidas los riegos serán más espaciados. Las plantas deben acostumbrarse poco a poco a la espaciación de los riegos.

Las plantas que toleran la sequía tienen raíces profundas o las tienen muy extendidas para absorber el agua de lluvia. Conviene que sean regadas a fondo.

Conviene regar despacio cuando la tierra está muy seca, para dar tiempo al agua para que penetre y evite derrames. Haga piletas, caballones, cuencas, anillos o terrazas para aprovechar el agua evitando derrames.

Evite mojar las hojas y los tallos de las plantas tolerantes a la sequía, las superficies peludas o tomentosas (estrategias de supervivencia) no pueden funcionar cuando están empapadas, sin embargo las plantas tropicales a menudo deben ser rociadas en las horas de mayor calor, para dar humedad ambiental a su entorno, mejorando sus hojas.  

LOS NUTRIENTES

Además del agua del suelo y el dióxido de carbono del aire, las plantas necesitan tres elementos nutritivos vitales: nitrógeno, fósforo y potasio.

El nitrógeno estimula el crecimiento vegetativo, vigoroso y de un sano color verde. Un exceso de nitrógeno ocasiona un crecimiento flaco y débil, un retraso de la floración y mayor sensibilidad a las plagas y enfermedades.

El fósforo estimula la floración y reproducción, madura los tejidos y los hace más resistentes. El exceso de fósforo inhibe el crecimiento de las plantas.

El potasio aumenta la tolerancia a la sequía, fomentando el crecimiento de las raíces y las membranas celulares más gruesas. La deficiencia de potasio inhibe el crecimiento de las plantas.

Otros nutrientes necesarios en menor cantidad (microelementos) son:

El calcio (Ca) que mejora el crecimiento de las raíces y las células y reduce la acidez del suelo.

El magnesio (MG) produce la clorofila, las clorosis intervenosas manifiestan una carencia de magnesio.

El hierro (Fe) tanto su deficiencia, como su exceso, pueden ser detectado con clorosis en las hojas.

Independientemente están los "oligoelementos", que en menor cantidad son necesarios (boro, cloro, cobre, manganeso, molibdeno, zinc e hierro.

Para un buen abonado utilizaremos:

            Abonos orgánicos procedentes de organismos vivos.

            Abonos vegetales procedentes de material vegetal.

            Acolchados orgánicos.

            Abonados vegetales.

Fertilizantes químicos. Fertilizar sólo cuando haya razón de hacerlo. Evite sobrealimentar.

 

SALUD DE LAS PLANTAS

Una crisis de salud normalmente es el resultado de un error de cultivo.

Si las plantas son cultivadas con cuidado, su crecimiento fuerte, aguantarán los problemas con más facilidad.

Tenemos remedios sencillos, baratos y naturales a nuestro alcance.

No todas las plagas y enfermedades se convierten en un problema, ¡ muchas desaparecen tras una temporada!.

Deje actuar a la naturaleza, proteja los pájaros y los depredadores naturales.

 

PODAS

Podar para establecer y mantener una estructura fuerte y sana para la planta.

La poda de floración y fructificación.

Decida la estructura básica de la planta antes de ser podada.

Saneamiento y limpieza, labores anuales a realizar.

 

ELECCION DE PLANTAS QUE TOLERAN LA SEQUIA

Piense con cuidado, elíjalas por su forma, textura y color, así como sus condiciones climático-edáficas.

Las plantas que toleran la sequía, generalmente proceden originariamente de países o regiones áridas: África del Sur, Mediterráneo, América Central, Méjico, etc.

Piense en su crecimiento futuro, en su integración en el paisaje.

Hay plantas para todos los lugares, nuestra elección es encontrar las más adecuadas a los condicionantes del lugar.

Las plantas de hojas grandes preferirán zonas semi-sombreadas; las que poseen espinas, en general, son plantas que toleran la sequía y también de una situación donde los animales han hecho peligrar su supervivencia.

El mérito estético de una planta está relacionado con su estructura y floración. En algunas, su momento más decorativo y ornamental es el de la floración, otras son elegantes todo el año, por su follaje atractivo.

La tolerancia al ambiente es esencial para una adaptación exitosa.

En un jardín de clima mediterráneo, lo primero que le exigiremos será que sea tolerante a las sequías estivales.

Que tenga capacidad para aguantar el calor. Adecue la planta en un lugar de plantación adecuado. Evite combinaciones "anti-natura": Cactus en agua o acuáticas en rocalla. Elija sólo las plantas que pueden prosperar en su jardín. Hay muchas plantas, pero Ud. debe elegir las suyas. Si su jardín se encuentra en zona litoral, elija plantas resistentes a las brisas marinas. Si está en la montaña y se prevén heladas, seleccione plantas de climas fríos.

Tenga en cuenta que muchas plantas seleccionadas serán muy difíciles de conseguir. Los viveristas cultivan las plantas autóctonas y mediterráneas que tienen demanda, aunque existen viveristas especializados en plantas de estas características, debemos asesorarnos de las plantas que existen en el mercado antes de hacer la selección o con tiempo de encargar al vivero que nos las reproduzca, si no lo hacemos nosotros mismos.

Si es posible, situemos las plantas autóctonas en comunidades naturales con exigencias similares en cuanto a clima y riego. No ahorraremos muchos fracasos.

Seamos flexibles en las primeras etapas, concedámonos un período inicial de aprendizaje y nos veremos recompensados.