Plantas, jardines, parques, paisajes y medio ambiente


SIEMPRE NOS QUEDA SEVILLA. Aurora Baena Luque.

SIEMPRE NOS QUEDA SEVILLA.

Esta primavera he visitado París, una ciudad, sin duda, magnífica. Eso es obvio. No es necesario describir sus extraordinarias virtudes porque es una de las ciudades más bonitas del mundo. Visitamos todo lo que nos dio tiempo en cuatro días y la experiencia fue estupenda.

 La primera vez que visité París, hace dieciséis años, me pareció distinta. La recuerdo, quizá fuera la época (era otoño) o la menor incidencia de turismo, más “parisina”.

Mi deformación profesional hace que me fije en cosas que no me debería fijar, porque así disfrutaría más, pero no lo puedo evitar. Si paseo, que paseamos muchísimo, manteniendo la vista desde la altura de los ojos hacia arriba, las calles, el paisaje, el sena, los puentes, los edificios…son espectaculares. Incluso si bajas la vista un poco por las calles con las terrazas típicas, llenas de gente tan diversa y con un bullicio de gran ciudad, los mercados, las tiendas de quesos, boulangeríes… Es preciosa la ciudad.

Sin embargo, si bajo aún más los ojos, ya empiezo a detectar cosas que no me gustan. Aceras muy deterioradas, bancos y papeleras poco dignas y vandalizadas…Y sobre todo los jardines y parques públicos muy mal conservados. Me sorprendió ver en El Campo de Marte, los famosos jardines situados a los pies de la Torre Eiffel, tanto abandono y deterioro, así como en los Campos Elíseos, junto al Arco del Triunfo, el Jardín de las Touleríes, al lado del Museo del Louvre. En todos estos y otros magníficos jardines existían fuentes secas, parterres asolados, en obras o abandonados.

Intenté visitar el Bois de Boulogne, cerca de una zona de París de gran nivel económico y no lo pude ver, el estado lamentable de la entrada y las personas sospechosas que paseaban por allí hizo que desistiera de mi intento.

Creo que el aumento importante del turismo y la inmigración han hecho que París necesite un mayor despliegue de servicios que no posee. Hay un claro desequilibrio entre demanda y actuación pública. Por eso, aunque las comparaciones siempre son odiosas, cuando llegué a Sevilla, la vi limpia y con los jardines impresionantes, a pesar de que somos tan críticos con ella, algo que siempre se debe hacer para que las cosas mejoren, pero me gustó volver y pensar que en Sevilla y en la mayoría de las ciudades españolas estamos mejor que en París.

Esperemos mantener lo bueno y mejorar lo que no está bien porque sin duda los jardines son uno de los índices más claros de la salud de una ciudad.